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Antonio Montalvo de Lamo

04/10/2016

¿Éxito o fracaso en Río?

¿Éxito o fracaso en Río? Una vez terminados los Juegos de Rio, se pormenorizan y evalúan los diferentes deportes, se analiza el resultado global y no hay una unanimidad de criterios a la hora de valorarlo, tal vez por la dificultad que entraña el adjetivar el trabajo, al poder hacerlo desde varios y diferentes puntos de vista.En total 11 medallas conseguidas en deportes diferentes.

De un lado, la multidisciplinaridad del deporte español es uno de los factores digno  a resaltar por la variedad de modalidades deportivas en las que se ha conseguido éxito. 

Si referenciamos estos datos con una gran mayoría de países, veremos que muchos de ellos consiguen los reconocimientos en pocos deportes (Atletismo, Natación…)  y, en este sentido, se puede catalogar como valor y riqueza esta variedad de deportes en los que se consiguen éxitos deportivos para España.                            

A destacar también la consolidación del deporte femenino como baluarte y signo inequívoco de una mejora de la igualdad de género en el deporte, tanto en la participación como en la consecución de medallas (nueve).

De otro lado, y como contraste, si hacemos un estudio detallado de nuestros deportistas que han subido al pódium en Río, veremos, por edades y trayectorias deportivas, que están muchos de ellos en el último tramo de su carrera deportiva y nos queda la duda del relevo generacional, si se va a producir y, si esto sucede, si se va a cubrir el espacio que dejan estos deportistas en un futuro mediato con garantías.

Ruth Beitia, Saúl Craviotto, Mireia Belmonte, Rafa Nadal …, son algunos de estos deportistas a los que me refiero que habrá que suplir, tarea nada fácil porque la crisis y los recortes de los fondos públicos y privados a las federaciones han debilitado los programas y planes de promoción y tecnificación y, como consecuencia, ese relevo generacional no tendrá la fluidez que debiera en los próximos años. 

Una de las partes positivas que se deben evaluar es el resultado global de nuestros deportistas y no solo visualizando el número de los metales conseguidos, sino también los diplomas y qué posición han obtenido nuestros deportistas. En este sentido, de los 38 diplomas, seis han sido cuartos puestos, 14 quintos puestos, cuatro sextos puestos, seis séptimos puestos y ocho octavos puestos.

Desde este punto de vista, y analizados desde este prisma, son lo suficientemente halagüeños e incluso positivos como los han valorado medios de comunicación y los organismos rectores del deporte en España, CSD y COE. 

En el capítulo de decepciones, que también las ha habido, destacaría la Vela, que no ha conseguido ninguna presea. Como dato curioso, en los últimos 40 años solo hemos vuelto de vacío de unos Juegos en esta disciplina en Sídney y en Rio, cuando en Londres se consiguieron cuatro.

Habría que añadir a la Vela, el Atletismo y la Natación, pero centrándome en el primer deporte, al que se le aporta mayor recurso que  a ningún otro, el resultado no ha sido el mejor, un oro de una deportista al borde de la retirada, lo que habla de lo extraordinario de su hazaña, y una plata de un deportista que valoramos, no formado en nuestro país. Poco balance para una inversión fuerte en comparación con el resto de deportes, 20,5 millones para el ciclo de cuatro años.

En definitiva, ¿éxito o fracaso? Yo entiendo que ni lo uno ni lo otro, se han salvado “los muebles”, pero en su conjunto el proceso de todo el ciclo ha estado salpicado de claro-oscuros, de recortes, cercano al 50% en ayuda a federaciones, el presupuesto ADO reducido, con la aportación más baja de su historia…

Atribuir el éxito de las 17 medallas a una estructura sólida sería autoengañarnos, por algunos de los factores que he reseñado. Es el momento de reflexionar, hacer ese parón necesario y tomar un nuevo impulso que necesariamente pasa por la revisión de una Ley del Deporte que habrá que adaptar a los nuevos tiempos y donde se contemple una  estructura organizativa renovada que de respuesta al deporte de alto rendimiento del siglo XXI y sin olvidarnos, como se ha hecho  en estos últimos años, a la prometida y no promulgada Ley de Patrocinio y Mecenazgo. ¿Para cuándo? Y en esta línea de revisión será necesaria la de un  programa como el ADO que nació para el 92 y que ayudo al despegue del alto nivel de nuestro deporte, pero que deberá readaptarse a la realidad deportiva del año en que estamos, 2016.


Antonio Montalvo de Lamo, experto en deporte municipal y paralímpico

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Deportistas Nº 101

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