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Ángel Andrés Jiménez, Presidente de la Asociación Deporte Sin Insultos
03/04/2018 Los valores en el fútbol
El cambio de valores en el fútbol es posible. Hagamos que en el fútbol base lo habitual sea lo ético, lo que debería ser lo normal. Y del fútbol base al sénior aficionado. Y de éste al profesional. Es lo lógico. Podemos conseguirlo. Podemos dar grandes pasos con medidas sencillas y que no suponen inversión económica. Lo importante es avanzar.
Sé que somos muchos los que queremos desterrar del fútbol ciertos comportamientos y conseguir que en él reinen valores positivos para nuestros jóvenes. Pues vamos a hacer realidad lo que deseamos. Yo no formo parte de ningún club, pero comparto con esperanza mis ideas y, en la medida de mis posibilidades, pongo a vuestra disposición mis inquietudes y mi experiencia de muchos años como árbitro para, por ejemplo, posibles charlas con chavales, padres, entrenadores, etc., en función de mis posibilidades (yo no me dedico a esto, pero tengo ilusión y sé que el cambio es posible). Cuesta iniciar un cambio, liderar una revolución ética tan grande como la que el fútbol necesita, pero sabemos que con ella haríamos un gran bien a nuestros jóvenes (y a la sociedad en general) y al propio fútbol. Y, por supuesto, conforme aparecieran clubes o equipos sueltos que iniciaran el cambio, este se iría generalizando. Hace falta ir dando luz y que esta se extienda. Por eso hay que hacer público el cambio, hacerlo visible para otros. No debemos dejar pasar más tiempo. Vamos a tomar medidas. Vamos a adquirir compromisos y a compartirlos para que otros puedan enriquecerse con nuestras ideas. Como he venido diciendo desde hace años, los puntos básicos de este cambio, en mi opinión, podrían ser los siguientes (por supuesto, habrá más ideas; esto es solo un ejemplo, una propuesta): - Fin de la violencia (física y verbal). No podemos hacer, por arte de magia, que las personas que se comportan de forma violenta en los campos dejen de hacerlo de la noche a la mañana, pero sí podemos ayudar en cada partido a crear conciencia. Cuesta poco que alguno de los jugadores lea un breve mensaje por megafonía en que se insista en la necesidad de un ambiente educado, dentro y fuera del terreno de juego. Esto, partido tras partido, jornada tras jornada (con el montón de equipos que hay en categorías menores), va haciendo pensar. Y, en este sentido, también se puede dejar un mensaje destinado a la lectura, con letras en folios plastificados para formar palabras que se muestren ante el público (por ejemplo, “RESPETO”). Esto quedaría a cargo del equipo que actúa como local y el mensaje podría mostrarse por parte de ambos equipos y los árbitros, todos juntos. Además, en la entrada a las instalaciones deportivas, también puede aparecer un mensaje en el que se exponga el comportamiento que se espera de toda persona que acceda, anunciando el compromiso de avisar a las Fuerzas de Orden Público cuando alguien se comporte de forma violenta (en lo físico o en lo verbal). Hay que actuar contra la violencia y que todo el mundo sepa que eso va a ser así. Por cierto, en la redacción de algunos mensajes podrían colaborar los propios futbolistas de las diferentes edades. Los chavales deben vivir el cambio como algo suyo, algo en lo que son protagonistas, por supuesto, y de lo que pueden sentirse orgullosos. Por supuesto, todos los miembros del club deben comprometerse a mostrar un comportamiento ejemplar entre ellos y hacia los árbitros, los rivales y los espectadores. En caso de quebrantamiento de esta norma, debería imponerse una sanción (que, según la gravedad o la acumulación de faltas, podría llegar a la expulsión de la entidad), independientemente de que la acción sea castigada o no por los distintos comités y/o por la justicia ordinaria. - Condena de cualquier intento de engaño por parte de los jugadores. Es inadmisible que estos intenten que el árbitro tome decisiones equivocadas y se alegren por ello. Se debe transmitir que el fin no justifica los medios, que no hay que ganar de cualquier manera y que lo normal (y lo que debería ser habitual) es ayudar al árbitro a tomar decisiones correctas. Así, por ejemplo, los jugadores deben reconocer si se han dejado caer en el área rival (o si un saque de banda corresponde al adversario en vez de a su equipo), ya que se debe hacer lo posible para que el árbitro tome la decisión más justa. En este sentido, los colegiados, los rivales y el propio valor del honor merecen todo el respeto, y no es correcto usar la mentira para conseguir algo que no corresponde en justicia. Conviene que los jóvenes amen la búsqueda de la empatía y la justicia, en el deporte y en la vida. Y si alguna decisión considerada equivocada no puede ser rectificada (porque el rival no quiera reconocer la verdad, o porque no la sepa con certeza–como en muchos fueras de juego, por ejemplo), debe asumirse el error (o lo que pensamos que lo es), como se aceptan los propios a la hora de rematar, de despejar, de hacer sustituciones, etc. - El esfuerzo y la diversión antes que el resultado. No creo que sea bueno que los jugadores se vean sometidos a ninguna presión por ganar o por ser los mejores. A mi parecer, Gandhi tenía razón cuando afirmaba que “nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo, no en el resultado” y que “un esfuerzo total es una victoria completa”. Por tanto, creo que se deben inculcar los valores del esfuerzo y el trabajo en equipo, sabiendo que a veces no bastan para ganar los partidos, pero sí para sentirse satisfecho y orgulloso. - Convocar charlas formativas. Irían destinadas a toda la familia del club (familiares de jugadores incluidos, desde luego). Con ellas se pretende seguir trabajando para asentar los principios éticos que nunca deben perderse. En estas reuniones, si se desea, se puede también comentar actitudes positivas y negativas de los profesionales, esas que vemos a diario en la televisión. Los buenos ejemplos son modelos a seguir; los malos deben ser tratados y debe explicarse por qué no son deseables. - Acoger a quienes nos visitan. También antes de empezar, aprovechando el saludo entre los participantes, puede ser buena la entrega de una pieza de fruta por parte de los jugadores del equipo local a cada uno de los compañeros visitantes y del conjunto arbitral. Es un pequeño gesto de atención y acogida por parte del anfitrión, y esto también puede ayudar a crear un ambiente cordial. Además, la fruta es símbolo de una alimentación saludable, muy importante para todos. Como se ve, son medidas sencillas y que no suponen esfuerzo económico, pero el espíritu que las mueve sí vale mucho. Ángel Andrés Jiménez, Presidente de la Asociación Deporte Sin Insultos
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