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Norberto Debbag
23/02/2015 El alcohol y el deportista
El alcohol se podría decir que es la droga más antigua y usada en el mundo. Su origen seria árabe ya que la palabra original es “al Kuhul”. Tiene propiedades desinfectantes y se usa en distintos ámbitos como fabricación de pinturas, cosmética, elaboración de medicamentos, bebidas, etc. Se utiliza para consumo humano e industrial.
Hay 16 tipos de alcoholes, pero los más conocidos y habituales son: El Alcohol metílico, (alcohol de quemar) que se usa con fines industriales, es incoloro, inflamable, tóxico, y de olor penetrante. El alcohol etílico es obtenido por síntesis del etileno o por fermentación de los azúcares y estos se obtienen de frutas y hortalizas. Este último es usado en la medicina y en la elaboración de productos para el consumo humano. El alcoholismo es una adicción altamente destructiva, tanto para la mente, como para todo el organismo en general, ya que atraviesa la membrana celular y por lo tanto afecta distintos órganos. El alcohol es el principal depresor del sistema nervioso central. Se realizaron distintos estudios en relación con los efectos del alcohol y el rendimiento físico en humanos. Por lo expuesto, se desprende la siguiente posición del American College of Sports Medicine: • El consumo agudo de alcohol ejerce un efecto negativo sobre la psicomotricidad, como tiempo de reacción, coordinación de ojos y manos, la precisión, el balance y la coordinación. • Puede alterar la regulación de la temperatura del cuerpo durante el ejercicio prolongado en ambiente frío. • El alcohol puede disminuir la fuerza, la potencia, la tolerancia muscular local, la velocidad y la tolerancia cardiovascular. • El consumo prolongado y excesivo produce cambios patológicos en hígado, cerebro, músculo, corazón y puede llevar a la incapacidad y la muerte. • Educar a deportistas, dirigentes, educadores, médicos, entrenadores, prensa, etc. para que sepan los efectos del consumo del alcohol sobre el rendimiento físico y a las alteraciones agudas y crónicas que se puedan producir. Está demostrado que el etanol afecta el sistema nervioso central, provocando euforia, deshinibición, mareos, disminuyendo la respuesta a los reflejos, somnolencia, alucinaciones, confusión etc. Cuando la dosis de alcohol es más alta, impide la coordinación de los miembros, y la pérdida temporal de la visión, etc. Está presente la agresividad, descontrol de impulsos y puede llegar al coma y muerte. El alcohol afecta al complejo de la dopamina en un primer estadio provocando euforia y pérdida del miedo, único efecto que se podría considerar positivo para el deporte. El consumo de alcohol con los años, produce daño neurológico irreversible pudiendo llevar a la demencia alcohólica. Hay dos inconvenientes muy importantes, el aumento de peso por la cantidad de calorías que tiene cada gramo de alcohol (1 gr. siete calorías) y la acción sobre los receptores gamma de nuestro cerebro, produciendo una ralentización de las neuronas. Por lo expuesto, la función psicomotora es la más afectada (tiempo de reacción, coordinación mano-ojos, etc.) y por ende el rendimiento deportivo. Un efecto a tener en cuenta es la hipoglucemia (azúcar baja en sangre) por disminución de la, gloconeogenesis hepática (producción de azúcar por el hígado). Aparentemente, el alcohol no tendría efecto sobre el consumo máximo de oxigeno. La dependencia alcohólica y los problemas relacionados con el alcohol son, en nuestro país, más prevalentes que los del consumo de las denominadas drogas ilegales. Rodríguez Martos sostiene que los consumidores de alcohol que acuden a la consulta médica pueden ser ubicados en uno de los siguientes grupos: • Aquellos cuyo consumo constituye un riesgo o perjuicio para su salud aunque no haya problemas visibles. • Aquellos que presentan una patología asociada al consumo perjudicial del alcohol aunque no presentan dependencia alcohólica. • Aquellos que presentan dependencia. Como puede apreciarse, la gravedad va en orden creciente, lo cual muestra la importancia de la detección precoz ante el consumo de una droga tolerada e incentivada por todos los medios de difusión masiva. Solo el tabaco y los medicamentos de consumo libre compiten con el alcohol en su prevalencia en las encuestas realizadas. Tengamos en cuenta que el consumidor de alcohol puede arrimarse a la consulta y recibir de los profesionales tratantes, solamente indicaciones médicas de prohibición del consumo. Esta prohibición puede resultar ineficaz si el profesional busca como aliado del tratamiento la voluntad de alguien cuya voluntad es precisamente la primera víctima del consumo de alcohol. El abordaje de los trastornos por consumo de alcohol requiere la participación de una amplia gama de personas e instituciones tanto para el tratamiento como para la prevención. En este sentido, tengamos en cuenta que la detección precoz de los conflictos que predisponen al abuso de alcohol, se puede dar en todos los ámbitos de la vida; familia, docentes, vecinos, deportistas, entrenadores, kinesiólogos, amigos, en fin cualquier persona significativa, antes que llegue a la consulta por presentar problemas serios de adicción. Es importante no desestimar ningún ámbito, pues el abuso y la dependencia alcohólica, si bien pueden tener una base genética, son determinantes las condiciones que se dan en el desarrollo de la vida del individuo en todos sus ámbitos de socialización. El alcoholismo atraviesa todas las edades y condiciones sociales, sin restricciones y se puede dar en personas con o sin otro trastorno previo, concomitante o posterior al consumo. En este sentido, nos parece útil, lo aportado por las denominadas ciencias de la conducta a partir de la década del 70; la conducta de los individuos es algo explicable, predecible y modificable; y el consumo de alcohol es una conducta. En realidad tenemos que decir que estas posibilidades se deben a que la conducta es el resultado de un proceso de aprendizaje social. Cuando decimos aprendizaje no nos referimos solamente al aprendizaje escolar sino aquel que surge de la solución de los problemas que plantea la vida en todos los ámbitos donde transcurre la historia del individuo. Un paso más importante aún, es no solo considerar que se aprende a tener conductas de consumo de alcohol, sino también que se puede aprender socialmente a dejar de consumir excesivamente o que también se puede aprender a no consumir excesivamente alcohol. Norberto Debbag, cardiólogo deportólogo (UBA) argentino
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