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José Luis Gómez Calvo

01/12/2015

El fútbol español se estremece

El fútbol español se estremece Los atentados terroristas del pasado viernes, 13 de noviembre, en París han hecho estremecerse al fútbol europeo y, dentro de él, al español. Todo esto ha supuesto el refuerzo de la seguridad en los partidos entre el Real Madrid y el FC Barcelona, del sábado 21 de noviembre, y entre el FC Barcelona y la Roma en la Champions League.

Posteriormente también se ha producido un aumento de las medidas de seguridad en todos los campos de fútbol de la máxima categoría del futbol español. Ahora bien, como se viene repitiendo constantemente, la seguridad total y permanente y el riesgo cero, no existen. ¿Qué supone esto?

Sin incurrir en la psicosis del miedo, ni en la despreocupación, no se puede descartar el que se pueda producir un acto terrorista en un estadio de fútbol o en sus inmediaciones.

El terrorismo islamista no es nuevo en España, en el ya lejano 12 de abril de 1985, atentaron contra el restaurante El Descanso en el kilómetro 14,200 de la carretera de Madrid-Barcelona. El 11 de marzo de 2004 sembraron el terror en Madrid con el terrible atentado de los trenes y estaciones de cercanías y en noviembre de ese mismo año 2004, dentro de la segunda fase de la “Operación Nova”, fue desarticulada en Madrid una célula salafista radical, a la cual se le intervino documentación en la que figuraba como unos de los objetivos para atentar con explosivos el estadio Santiago Bernabéu.

¿Qué ocurriría si finalmente se produjera un ataque terrorista en un encuentro de fútbol? 

Superadas las medidas preventivas, dependería de las medidas reactivas (actuación en caso de una situación de emergencia por atentado terrorista)  y de las medidas evasivas (evacuación de los espectadores a un espacio seguro), dispuestas todas ellas por los responsables de seguridad del estadio.

En las medidas reactivas (emergencias) y en las medidas evasivas (evacuaciones y atención a las víctimas), es donde este artículo pretende llamar la atención de los lectores. La buena gestión de una emergencia es fundamental para la seguridad de los espectadores.

Veamos dos casos de gestión de emergencia por acción terrorista:

-El día 12 de diciembre de 2004, el Estadio Santiago Bernabéu, durante la celebración de un encuentro oficial de liga entre el Real Madrid y la Real Sociedad de San Sebastián, recibió un supuesto aviso del grupo terrorista ETA al diario Gara, de colocación de un explosivo. El partido se detuvo, y se desalojaron hacia el exterior, los 70.000 espectadores presentes en el estadio, en menos de 8 minutos, sin que se produjera ningún incidente ni accidente. Finalmente no explotó ninguna bomba y se comprobó que se trataba de una falsa alarma.

-El día 13 de noviembre de 2015, se produjeron en el exterior del Estadio Nacional de Francia (Saint Denis), los sucesos ya referidos al comienzo de este artículo. El partido no se interrumpió, y aunque las detonaciones se escucharon en el interior del estadio, los espectadores las asociaron a fuegos artificiales en el exterior. 

Al término del partido, el público que permaneció en el estadio a pesar de que ya iba conociendo los sucesos que tenían lugar en Paris a través de sus teléfonos móviles,  fue informado por megafonía de que permaneciera en el interior del estadio, hasta que se dieran las condiciones de seguridad necesarias para poder abandonarlo, permitiendo su agrupamiento en el césped del recinto deportivo, sin que se produjeran escenas de histeria, al saber lo que estaba ocurriendo afuera, mientras que ellos permanecían confinados allí dentro. 

Una vez que se abrieron las puertas, se vivieron escenas de nerviosismo, pero no se produjo ninguna situación de pánico colectivo, ni tampoco ninguna avalancha hacia las salidas.

Al poder salir finalmente, parte de público lo hizo entonando el himno nacional francés, lo cual es un hecho que conviene destacar como reacción colectiva frente al miedo, independientemente de la carga patriótica y política que pueda tener. 

Dos acciones terroristas, y dos gestiones de emergencia diferentes, como evacuar al público al exterior o mantener a los espectadores en el interior, que merecen ser tenidas en cuenta, y aprender de ellas.

El Reglamento de Prevención de la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, establece que los clubes o sociedades anónimas deportivas organizarán simulacros de emergencia con los recintos desocupados, al menos una vez al año, en los que habrá de participar su personal para adquirir la experiencia técnica necesaria. 

Pero conviene analizar esta disposición. Se dice simulacros de emergencia, pero no se dice simulacros de evacuación, aunque pudiera darse por entendido que unos y otros van necesariamente juntos, lo cual no es así. 

Puede darse una situación de emergencia que no requiera evacuación, aunque una evacuación si es consecuencia de una situación de emergencia (ya sea por materialización de un riesgo o por inminencia de dicha materialización).

En cualquier caso, tomándome el atrevimiento de no coincidir con el Reglamento contra la violencia, me atrevo a decir que los simulacros de evacuación deberían hacerse con público en las gradas, tal y como por ejemplo se puede ver en dos videos existentes en You Tube, de los simulacros de evacuación del Club Atlético San Lorenzo de Almagro de Argentina.

Hacer un simulacro de evacuación del público, sin público, es desvirtuar el simulacro.

Los simulacros de evacuación deben hacerse con público, para que los espectadores se familiaricen con la gestión de las diferentes situaciones posibles, y sobre todo para ir formando su comportamiento colectivo e individual en cualquier tipo de caso.

Es verdad que en la evacuación del Bernabéu, en diciembre del 2004, el comportamiento de los espectadores fue modélico, como también lo fue con ocasión  del desalojo del estadio de El Madrigal el 16 de febrero de 2014, con motivo del lanzamiento de una granada de gas lacrimógeno al terreno de juego. Pero en ambos casos se ha tratado de desalojos sin el factor pánico por la detonación de explosivos en el interior del estadio, como podría ocurrir en el supuesto de un ataque terrorista.

La evacuación del Bernabéu se pudo realizar de forma ordenada y evidentemente eficaz, porque se contó con un aviso previo y los espectadores aunque con temor y preocupación, no se vieron afectados por ningún factor desencadenante del pánico, y con él una estampida o avalanchas hacia las salidas. 

El terrorismo yihadista de hoy ni avisa ni amaga. Ataca y, además, sin avisar.

Es decir, nos encontramos ante la posibilidad (no hablo de probabilidad) de una  acción terrorista distinta a la diciembre del año 2004, pero similar a la de marzo del mismo año. 

Ahí es donde, en mi opinión, es de vital importancia la habitualidad del público respecto a poner en práctica las pautas a seguir en caso de desalojo del estadio, e incluso de desalojo de las proximidades del mismo. De qué hacer y qué no hacer y, sobre todo, de cómo tratar de evitar las avalanchas y las estampidas. 

Considero que hay que tratar de involucrar al público y hacerles ver que la seguridad es responsabilidad de todos, incluso de ellos mismos.  

En una situación de emergencia y evacuación, la actitud y la colaboración de las personas que van a ser evacuadas es decisiva para su propia seguridad y para ello deben de estar preparados mediante la información, la formación y el adiestramiento a través de su participación activa en los simulacros de evacuación. 

Conclusiones:

De esa forma los espectadores estarán y se sentirán más tranquilos, porque sabrán que:
  • Se vela y actúa para evitar las causas del riesgo: Desarticulación de células terroristas, gracias al nivel 4 de alerta antiterrorista y a la eficaz actuación de la Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado y la colaboración con servicios de inteligencia extranjeros.
  • Se dispone de las medidas preventivas que están a la vista.
  • Se cuenta con las medidas reactivas y evasivas, para que en caso de que la desarticulación de las células terroristas y las medidas preventivas, no hubieran podido evitar la materialización del riesgo (recordemos el riesgo cero no existe), se disponen de “herramientas” para evitar los daños o minimizarlos.
Es decir, se mantienen plenamente operativas todas las acciones posibles, y se da a los destinatarios finales de las medidas de seguridad, un papel activo y participativo, no meramente pasivo. 

Las personas pensamos y actuamos y por ello hay que concienciarnos, involucrarnos y hacer que nuestra actitud sea activa y positiva, sobre todo en una posible evacuación por emergencia. 

José Luis Gómez Calvo, experto en seguridad

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